jueves, 27 de diciembre de 2007

Las mujeres, humm, por que no?


Un día de verano que había salido yo a correr por uno de los caminos que bordean la ciudad, me encontré por casualidad con Rosa, que por lo visto también había tenido la misma idea que yo.

Llevaba unas mallas cortitas ajustadas, marcando su culo espectacular, y un top blanco que a duras penas le tapaba la barriga, y como lo llevaba mojado, se le transparentaban los pezones. Rosa tiene unos 36 años, madre de 2 hijos, con un culazo espectacular, aunque un poco de barriga, y las caderas más bien anchas.

-Hola Pedro – me saludó, y me dio un pico en la boca.

-Hola Rosa, que bien te veo – dije mirándole directamente a las tetas.

Ella siguió mi mirada, se rió y me dio un golpe en el brazo.

-Que sinvergüenza eres. Ya me dijeron el otro día que las otras chicas te vieron en pelotas. Lástima que tuviese que irme, me habría gustado verte – me dijo con una sonrisa pícara.

-¿Si? A mi también me habría gustado verte en bolas. Y masajearte ese par de melones que tienes – le contesté.

-Anda calla, que si no, no sé lo que va a pasar. ¿Te importa si corremos juntos? Aunque vas a tener que bajar el ritmo para que no me quede atrás.

-Vale, vamos.

Durante un buen rato, estuvimos hablando, y cuando no miraba, aprovechaba para mirar por el escote ese par de montañas que subían y bajaban a cada paso que Rosa daba. Al acercarnos al pueblo, empezó uno de esos típicos chaparrones de verano, que sueltan mucha agua en poco tiempo. Como estábamos a menos de 1 kilómetro de la casa de Rosa, y hasta mi casa aun quedaban más de 2 kilómetros, Rosa me dijo:

-Vente a mi casa y te esperas a que pase el chaparrón.

-Venga, pero vamos rápido, que si no te van a denunciar por escándalo público – le dije a Rosa entre risas. Y es que con toda el agua que caía, el top blanco ya era completamente transparente, dejando ver las tetas de Rosa completamente. Estaba claro que no llevaba nada debajo. Ella se rió por mi ocurrencia y aceleramos el ritmo hasta entrar en su casa.

Rosa iba delante de mí, y yo observaba su apretado culo moviéndose a un lado y a otro, mientras ella me decía:

-Si quieres ducharte, te dejo ropa, porque si no te vas a enfriar. El cuarto de baño esta ahí. Voy a por unas toallas.

Y desapareció de mi vista. Yo rápidamente me fui hacia el cuarto de baño, entré y me despeloté. En eso, entro Rosa, que al verme como Dios me trajo al mundo, se dio la vuelta rápidamente y me dijo:

-¡Pedro! ¿Que haces ya desnudo? ¡Toma, tápate anda!

-Pero vamos a ver Rosa. Si te hubieses quedado el otro día, me hubieses visto igual. Así que no veo ningún problema en que me veas en pelotas. Además – le dije mientras la cogía del brazo y le daba la vuelta – me vas a tener que ver por narices, porque me tienes que enjabonar la espalda.

En ese momento, toda la oposición que Rosa había puesto se desvaneció. Posó su mirada en mí, y recorrió mi cuerpo de arriba abajo.

-Vaya, por fin te has depilado – me dijo. Bajó su mirada hacia mi polla, que ya estaba morcillona. Y además te has depilado del todo. Como me gustan los rabos depilados. Me ponen a cien – me dijo, cogiéndolo con una mano y moviéndolo arriba y abajo.

-Oye – le dije mirándola a la cara – ese top que llevas es muy bonito. Pero igual si se moja se va a estropear. Mejor que te lo quites y así me enjabonas la espalda con más tranquilidad.

-¿Si? ¿Y porque no me lo quitas tu? – me dijo apoyando sus manos en mi pecho. Mi polla ya estaba completamente empalmada, y le rozaba su barriga. Cogí el top y se lo saqué por la cabeza. Sus tetas se apoyaron en mi pecho, que Rosa acariciaba de arriba abajo. Me estaba poniendo a 100.

-Creo que también deberías quitarte las mallas, no sea que se mojen y se encojan.

-Pues ya sabes lo que tienes que hacer – me dijo Rosa, poniendo mis manos en su culo.

Yo me agaché, dejando mi cara a la altura de su coño, y le bajé lentamente las mallas, liberando su mojado coño, completamente depilado. No me pude resistir y comencé a chuparlo lentamente, abriendo los labios con mis manos. Rosa gemía de placer, pero me apartó la cabeza y me dijo:

-Vamos a ducharnos primero Pedro.

Me agarró el rabo con una mano y estiró de mí para llevarme a la bañera – ducha. Abrió el grifo y el agua comenzó a caer, mojando nuestros cuerpos. Rosa cogió el gel, me dio la vuelta y comenzó a enjabonarme la espalda. De vez en cuando, me daba un beso en el cuello, para luego pegar su cuerpo a mi espalda y frotármela con las tetas.

-Bueno, ya tienes la espalda. ¿Quieres que te enjabone también por delante? – me dijo riendo.

Yo me di la vuelta, mostrándole mi erección y le dije:

-Por supuesto, ¿no ves que lo estoy deseando?

Rosa no se hizo derogar, cogió más jabón y comenzó a frotarme el pecho. Esta vez estaba más cerca de mí que antes, y mi rabo le rozaba continuamente su barriga y su pubis. De vez en cuando, pegaba sus tetas a mi pecho y las frotaba. Sus pezones estaban completamente enhiestos y duros como el acero. Cuando acabó con el pecho, se arrodilló, quedando su cara a la altura de mi polla. Comenzó a enjabonarla a conciencia, meneándola lentamente de arriba abajo. También masajeaba mis huevos, y de vez en cuando le daba un mordisquito, que hacía que me muriese de placer.

-Vale, esto ya está. ¿Me enjabonas tú ahora?

-Por supuesto nena – le contesté. Le di la vuelta, metí mi rabo entre sus piernas, me pegué a ella y comencé a enjabonarle las tetas desde atrás. Rosa movía sus caderas, causándome un enorme placer en mi rabo. Sus jugos caían a chorros de su coño. Me concentré en sus pezones, en trazar círculos con mis dedos, y sus jadeos me decían que le estaba gustando la experiencia. Después, bajé hasta su chocho, completamente dilatado y mojado, y comencé a enjabonarlo también. Cuando acabé, Rosa temblaba de placer. Se dio la vuelta, subió una pierna a la altura de la bañera, y me dijo, abriéndose el coño con las manos:

-También quiero que me enjabones dentro. Así que ponte jabón en la polla y métemela.

Eso no me lo esperaba, pero desde luego que no me lo pensé. Hice lo que me dijo y se la metí de golpe hasta el fondo. Comencé un brutal mete y saca, y en cada embestida se oia un Chofff, que me ponía todavía más, además de la espuma que salía de la fricción de su coño y mi polla. Rosa gemía como una puta:

-Pedro, follame como a una puta, vamos, mas rápido!!!

-Si, que bien follas Rosa. Eres más guarra aun que MJ! Te voy a dar bien siiiii!

-Ahhhhh! Siiiiiii! Correte dentro de mí, Pedro, correte dentro de mí! ¡Cabrón, eres una máquina, sigue!

Rosa levantó la otra pierna del suelo y se colgó de mí. Ahora yo hacía todo el esfuerzo, y ella cabalgaba abrazada a mi cuello, dándome mordiscos y besándome en la boca. Yo ya no podía más y me corrí dentro de ella, inundándole el coño con mi caliente semen. Después de un rato abrazados, Rosa se bajó de mí, me dio un morreo y salió de la bañera. Yo me senté un rato más, unos 5 minutos, para descansar, y me sequé con una toalla y salí también en pelotas para el comedor.

Rosa estaba sentada en el suelo, con el coño abierto aun chorreando de semén. Miró mi rabo flácido y me dijo:

-No ha estado mal, ¿eh?

-Pues la verdad es que no. Tenemos que ir mas a correr juntos – le dije a Rosa, riéndonos los dos.

-¿A correr? ¿O mejor, a corrernos juntos?- me replicó Rosa. Oye, MJ y las chicas me dijeron que tenías una potencia sexual increíble, que te recuperabas enseguidas, ¿es cierto?

-Bueno, pues no lo sé. La verdad es que como allí tenía a 3 chicas buenísimas en pelotas para mí solo, igual motivaba más. ¿Por qué lo dices? ¿Es que tienes ganas de más guerra? – le contesté, mirando su coño abierto. Notaba como mi rabo comenzaba a empalmarse de nuevo.

-No, lo de follar cogidos del cuello me ha dejado agotada. Ya no estoy para estos trotes. Vaya, veo que tenían razón – dijo mirando mi rabo, que ya estaba completamente empalmado. Ya estás en pie de guerra otra vez. Mira, voy a darte una sorpresa. Vente conmigo para arriba, pero en silencio.

-Subí las escaleras detrás de Rosa, mirando cómo se movía su culo y metiéndole mano. Con la otra, mientras, estaba moviéndome la polla. Igual tenía que masturbarme yo mismo para acabar lo que Rosa parecía que no tenía ganas.

Al llegar a una puerta, Rosa se puso un dedo en la boca y la abrió lentamente. Pude ver una habitación, y en la cama, tumbada encima estaba la hermana de Rosa, durmiendo como Dios la trajo al mundo. No me acuerdo de su nombre, solo sé que tiene sobre los 28 años, es más guapa que Rosa, sus tetas son algo más pequeñas, aunque sus pezones apuntan al cielo. Además, también tenía el chochete completamente depilado. Pude ver que llevaba puestos unos tapones en los oídos. Con razón no se había despertado con el jaleo que habíamos montado la guarra de su hermana mayor y yo.

No me había fijado, pero yo estaba masturbándome lentamente mirando a esa diosa dormida, con su coño totalmente expuesto. Rosa se agachó, me apartó la mano de la polla y la engulló entera, comenzando una mamada de espaldas a su hermana. Al mismo tiempo, Rosa masajeaba mis huevos y me metía un dedito en el culo. Le daba mordisquitos con los dientes, y yo, ante todo este festival, no pude más que correrme. Rosa intentó tragar todo, pero no pudo con todo, y se atragantó, y una inoportuna tos salió de su garganta. Ella rápidamente me empujó fuera de la habitación, pero me dio tiempo a mirar a su hermana, que abrió un ojo y lo cerró rápidamente. Rosa cerró la puerta y bajamos para el salón.

-Vaya tos más inoportuna. ¡Pero es que no esperaba que te saliese tanto después de haberme inundado antes el coño! ¿Te ha gustado la sorpresita? – me dijo Rosa, todavía con restos de semen alrededor de la boca.

-Pues la verdad es que sí. Aunque me hubiese gustado más volver a follar contigo. O incluso con tu hermana – dije, pensando en ese magnífico coño.

-Bueno, ya veremos lo que pasa otro día. De momento, ves vistiéndote y largándote, que mí marido estará a punto de llegar ya.

1 comentario:

Daphne dijo...

cómo es que nadie deja comentarios???

lo leí todito.. lo juro